El ayudar a las personas de menores recursos con problemas económicos y/o financieros constituye una de las tareas más altruistas que se pueden observar. Pero tal altruismo es verdadero cuando se genera con espíritu solidario y sin una búsqueda adicional más que el soporte para superar una mala situación. Lamentablemente, en nuestro país desde hace un tiempo a esta parte, verificamos la presencia de múltiples prestaciones de subsidios en distintas actividades y servicios públicos que lo único que provocan es que, por otra vía, los ingresos vayan cayendo (dado que es necesaria una mayor recaudación de impuestos, que deterioran nuestros ingresos disponibles), y que el objetivo no sea específicamente sacar a personas o familias de una situación de pobreza, sino que existen algunos otros objetivos que distan mucho del altruismo y la finalidad cooperativista. Ahora caben algunas preguntas: ¿son los subsidios malos en sí mismos? ¿deben mantenerse de manera prolongada en el tiempo? ¿deben otorgarse a todos por igual? Ensayemos alguna respuesta. Podríamos decir que no son ni malos ni buenos, sino que deben constituir solamente una acción paliativa, para solucionar problemas coyunturales y que no todo el mundo debe recibirlo e, incluso, quienes los reciben, no necesariamente los deben recibir por igual. Desafortunadamente, no es esto lo que se percibe en la actualidad. Y si no, pensemos en las distorsiones generadas en el subsidio al consumo de gas natural cuando comparamos esa situación de personas viviendo en los barios más acomodados de la Argentina versus los habitantes de zonas donde la única posibilidad es contar con gas licuado de petróleo, cuyo valor es extremadamente mayor. Inclusive, si observamos que seguramente muchos de nosotros no disponemos de la conexión de gas natural debido al mantenimiento de tarifas artificialmente bajas en las grandes ciudades, lo que hace que las redes no hayan podido ser extendidas de manera acorde a la evolución de la demanda. O pensemos en qué medida recibimos subsidios por transporte urbano en localidades pequeñas, o cuánto del “cuidado de precios” tiene la chance de legar a los comercios donde a diario efectuamos nuestras compras en el interior.Por todo lo anterior es que abogamos por promover una economía más solidaria y cooperativa, no con dádivas, sino con eficiencia, que inste cada día a trabajar y producir más, en donde cada uno de nosotros pueda generar los ingresos que les sean suficientes para poder afrontar dignamente sus gastos y sin necesidad de recurrir a subsidios que, a la larga, simplemente constituyen una especie de suicidio para el país.